Compartiendo veredas vitales entre aquelarre y juego del garrote canario.
Experiencia de colaboración con mujeres víctimas de violencia de género y en situación de adicción.
El pasado 27 de mayo, nos tocó a la puerta una hermosa y necesaria propuesta de colaboración desde el “Proyecto Maday, para mujeres en situación de adicción y violencia de género”, de la Fundación canaria Yrichen. Una compañera, técnica del proyecto, nos invitaba a enredarnos en la naturaleza con algunas de estas mujeres a compartir espacio, tiempo, emociones y experiencias. La propuesta de la técnica venía con el sello de buscar “mujeres referentes” para compartir sus vivencias y procesos vitales con todas ellas, para conocer otros relatos y dar a conocer los suyos.
Grupo de mujeres diversas, atravesadas por la opresión y la violencia, por las dificultades y las carencias, pero también por la fuerza de reinventarse, por la confianza de expresar, dejarse acompañar y compartir, por la esperanza en ellas mismas y en recuperar su propio templo: recuperarse a ellas mismas. Y en ese proceso nos hallamos muchas, cada cual, con su mochila, con más o menos privilegios sí, pero coincidiendo en el camino de encontrarnos, reconocernos y cuidarnos.
La jornada empezaba con un ligero sendero en busca de una casita abandonada frente a Tamadaba. Las vistas y el paisaje como el ingrediente clave para iniciar un estado de calma y apertura. Tras una buena sesión de risas y fotos, porque el paisaje así lo exigía, la técnica del proyecto nos adentraba en uno de los objetivos del día: “conocer a la compañera (de Teyra) y darnos a conocer”. Bajo la sombra de una enorme tolda, y rodeadas de tabaibas y cardones, se formó el círculo de mujeres para escuchar y conversar. Se iniciaron las presentaciones, con lo que cada una quisiera compartir. [Presentarse a una misma, y en síntesis, no es nada fácil. Ellas tenían terreno avanzado].
Luego comenzaron las preguntas sobre momentos vitales, ocio, formas de entender la vida. Se compartieron los diferentes “templos” que tiene cada una: cocinar, escribir, bailar, estar en la naturaleza, la montaña, tener tiempo para una misma. Se conversó sobre lo difícil que es ponerse a una misma en el centro del cuidado; se habló de activismo, de relaciones sexoafectivas, de identidad, de la opresión por ser mujer, de puertas que se cierran y ventanas que se abren. Se hizo una muestra de silbo canario (bebiendo de los saberes de la Asociación Yo Silbo, que enseñó a la compañera de Teyra el silbo articulado). Se formó un clima de cariño, de confianza y respeto, donde cupieron las lágrimas, los abrazos y se afianzaron las risas.
Tras este hermoso aquelarre diurno le dimos paso a que conversaran los garrotes. Desde el proyecto nos habían solicitado también hacer un pequeño taller sobre el juego del garrote canario, enmarcado en el contexto del festivo nacional, y eso hicimos. La compañera de Teyra invitada lleva algunos años aprendiendo este juego tradicional con las escuelas de La Revoliá (Vecindario) y de La Barranquera (Telde), en la isla de Gran Canaria, algunos de esos conocimientos, los compartió con las mujeres.
Tras una pequeña introducción de los orígenes de este juego, se les explicaron algunas de las técnicas, todo desde la práctica. Tanto el silbo como el juego del garrote, además de su vital papel en la tradición e identidad canaria, pueden ser herramientas para trabajarnos como personas. Por ejemplo, en el silbo se trabaja la escucha activa y la “entendedera” es decir, escuchar y asegurarte de que lo que escuchas es lo que se está diciendo. Nos cuesta mucho escuchar, y sobre todo comprender. El asegurarnos en una conversación o discusión de que lo que estamos escuchando es lo que se quiere decir, puede evitar muchos conflictos. Ensayar esto, nos puede beneficiar para mejorar nuestra comunicación. El juego del garrote, por su parte, puede servir para visibilizar nuestros caracteres, nuestras inseguridades o nuestras fortalezas. Aprendiendo a jugar al garrote puedes casi hasta hacerte una caricatura de ti misma y si te apetece ponerle atención, hay material para trabajarte. El juego del garrote también como trabajo físico, de coordinación y de defensa. Y es en este último párrafo donde engarzamos el trabajo de Teyra con la decisión de colaborar en este proyecto. Da igual la herramienta escogida para acompañar procesos o “transformar haciendo”; puede ser un conjunto de técnicas participativas con postits y cartulinas, como lo es una entrevista o un documental, como lo puede ser, y es, un sendero o un taller de juego del garrote. Lo que une todo ello es precisamente el trabajo en red, el aprendizaje mutuo, la concienciación y la incidencia social, visión que compartimos en Teyra.
Agradecidas a las cuatro mujeres y la técnica por la invitación, por la apertura emocional, por el compartir y por el aprendizaje mutuo. Agradecidas también al hecho de ser cooperativa y poder permitirnos este tipo de colaboraciones que dan sentido a nuestro trabajo y nuestro transitar. Fue una experiencia para recordar y repetir.